1.6.16

Deriva a través de la construcción del subconsciente colectivo (II): La Arquitectura

La Arquitectura:
Panóptico y el teatro de Claude-Nicolas Ledoux, la construcción de la escena social.

La arquitectura es un constructo social, una materialización de las estructuras políticas y económicas que permite lecturas veladas más allá de los discursos hegemónicos, la forma en que se organizan las jerarquías sociales, la capacidad cultural de una sociedad y sus intervalos económicos. A través de los espacios se generan las disciplinas de los cuerpos a modo de adiestramiento. El dispositivo de Jeremy Bentham, el panóptico (1.), es la mejor representación del diseño disciplinal, a partir de un diseño radial, el vigilante tiene el control monofocal de todos los demás.

Diseño panóptico de Jeremy Bentham.

Esta estructura de control no solo adiestra al preso que se siente vigilado, lo esté o no, si no que la prisión en sí misma es una aviso para la sociedad, un dispositivo de discursos intelectuales y arquitecturas para la prefiguración del civismo (2.). Esta forma de entender la arquitectura como un dispositivo político se produce de igual manera en los doméstico a través de la casa. La artista Matha Rosler visibiliza estas construcciones sociales en diferentes obras, desde una visión más global en la serie de fotomontajes sobre la vivienda periurbana de la postguerra con  "House Beautiful" a discursos sobre la intimidad en el diseño de los cuerpos en "Semiotic of the Kitchen".


Martha Rosler. Serie Housing Beautiful (1967-1972).

Ciertamente la prisión y la casa representan los postulados de Michel Foucault sobre el panóptico  de forma muy ilustrativa. Pero la gestación de otro dispositivo ha sido aun más operativo, sutil y evolucionado: la invención del espacio escénico del teatro. 
Hasta el S.XVIII el teatro se organizaba en las plazas y patios de vecinos como una festividad popular, la única organización social definida era que los más pudientes se sentaban en sillas y las más populares lo hacía de pié, se llevaban a cabo en festividades y lo habitual era que se sucedieran entre borrachos, gritos, prostitución y mercadeo. El refinamiento intelectual de las obras teatrales y el aumento de la afición a las artes escénicas de la nobleza y burguesía de la época provocaron en Francia el inicio del diseño y construcción de los primeros teatros, tarea en la que fue pionero un  innovador tipológico, el arquitecto Claude-Nicolas Ledoux (3.). El diseño fue claro y tan efectivo que se mantiene hasta nuestros días prácticamente sin modificaciones. Reproducía claramente un gran patio de vecinos (el patio de butacas, con un foso para apuntadores y músicos),  con sus terrazas interiores en el perímetro (los palcos). Este diseño permitía la diferenciación social por su localización, las clases populares y sus entradas baratas en el patio de butacas, y las clases pudientes en nivel ascendente en las diferentes plantas de palcos, con la ubicación de la autoridad y la realeza en el palco real en el centro del espacio, recogiendo el guante del innovador diseño de Bentham. Además el diseño se planteaba como una caja dentro de otra caja, de forma que se quedaban en el cuerpo exterior (el espacio servidor, como se denomina en arquitectura) e invisibilizados los trabajadores, aperos y mecanismos que hacía posible la escena y el servicio. Por tanto en este espacio se produce el mismo constructo que en la prisión, pero no tanto para la disciplina punitiva, sino para la disciplina cultural y discursiva. La autoridad se configura como autoridad policial de la narración artística y las diferentes escalas sociales, así como sus reacciones y preferencias, que son controladas, supervisadas y evaluadas.

Teatro de Besançon. Diseño original de Claude-Nicolas Ledoux.

A finales del S.XIX aparecen las primeras técnicas cinematográficas en Europa. Los hermanos Skladanowsky llevan a cabo la primera proyección en público  en el music-hall Wintergarten de Berlín (4.), un lugar para espectáculos de variedades como lucha libre, acrobacias, malabares o cabarets eróticos. La proyección ilustraba un canguro boxeando, niños bailando danzas populares y algunos paisajes urbanos de Berlín. Además de esta proyección, los hermano Skladanowski fueron los primeros en cerrar el espacio, cobrando una entrada para disfrutar de una proyección audiovisual, lo que en ese momento configuró el diseño de la futura industria cinematográfica. Los espacios de proyección entonces eran casetas y barracas improvisadas, cabarets o salas privadas, pero con la entrada del siglo XX y el refinamiento de las historias filmadas y su devenir hacia estructuras no solo plásticas, sino también narrativas, , el cinematógrafo entró en el espacio del teatro, como ocurrió con los juglares. Una vez las proyecciones cinematográficas se regularizan y se crean las “sesiones contínuas” y prolifera la producción, los espacios antes para escena, van adaptándose y especializándose en las proyecciones, o bien se crean ex profeso para el cine. En esta evolución, el espacio anteriormente para el palco real es sustituido por la cabina de proyección, y el resto de palcos se homogeneizan, se reducen o simplemente desaparecen. Este cambio es fuertemente ilustrativo, el evento ya no tiene por que ceñirse al espacio donde están los actores, sino que se atomiza y puede producirse en diversos lugares, y la posición del poder no es tan solo evaluadora y controladora, sino que es productora, es decir, el poder deviene narrativo. La escena ya no es carnal, sino etérea y atomizada, la relación obra-público ya no es interpelable, el público es por tanto más pasivo y la emisión del mensaje es masivo. Esta cuestión es ilustrativa ya que coincide con la decadencia en occidente de los poderes monárquicos y la aparición de los poderes fácticos de los medios de masas. Tras la construcción de este escenario, el cine y la televisión han construido los discurso y las posiciones hegemónicas desde lo doméstico a lo transnacional, si bien es cierto que su atomización también ha permitido un escenario de proliferación de narraciones independientes y subversivas para la deconstrucción de las estructuras discursivas. 

El gran éxito del capitalismo reside en la ilusión de la desaparición de las jerarquías sociales, evitando la lucha de clases marxista, creando la idea de la masificación de las clases medias a través de la universalización de los placeres y la fantasía, lugar en el que la forma de los espacios de consumo de información y narración ha jugado un papel fundamental. En esta construcción de discursos el territorio, la ciudad y la arquitectura, se convierten en el anfitrión que ubica a los agentes para desarrollar su rol, materializando no solo muros o edificios, si no constructos políticos. Es decisivo el papel que la arquitectura tiene en este proceso para la transformación las realidades, por lo que es lógico suponer también su poder de subversión, es decir, la configuración espacial de los escenarios arquitectónicos puede articularse para el diseño de nuevos esquemas políticos y de intimidad, una forma de generar una ingeniería inversa a través de la arquitectura.


Referencias:
(1.) Bentham, Jeremy (1979). El Panóptico. Madrid: Ediciones de la Piqueta
(2.) Foucault, M. (1981). Vigilar y Castigar. Madrid: Siglo XXI
(3.) Rochelandet B. (2002). Les mystères de Becançon:énigmes et découvertes. Ginebra: Editions Cabedita
(4.) Barber, S. (2006). Ciudades proyectadas. Cine y espacio urbano. Barcelona: Gustavo Gili.