Robert
J. Flaherty rodó el primer documental
antropológico, "Nanook of the North"en
1924, sobre la vida de los aborígenes de las zonas árticas americanas. Para ello Flaherty convivió
con los Inuit durante meses para conocer sus costumbres y formas de vida, pero
a la hora de rodar la información pidió a estos esquimales que vistieran de una
forma más pintoresca, usando los trajes tradicionales que ya entonces solo
usaban para la festividades y evitando atuendos occidentales, y les pidió que
no cazaran con armas de fuego si no usando los aparejos de sus ancestros.
Cuando los críticos supieron que había filmado con esta metodología le
criticaron por no ser fiel a la realidad. Flaherty argumentó que para ser fiel
al espíritu de las cosas tenía que distorsionarlas (1.), entendío que lo relevante no era si la ropa y el atrezo era más o menos fiel a la realidad, si no que lo realmente veraz era trasmitir la sensación de ancestralidad que se experimentaba en los territorios Inuit, y para ello debía distorsionar estéticamente la narración.
Rober J. Flaherty "Nanook of the North" (1924).
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EL TERRITORIO:
La construcción de la identidad del medio oeste estadounidense.
La idea
de una identidad colectiva que se transmite a través de la cultura popular
contiene una multiplicidad de capas epistémicas, como un hojaldre sobre el que
se superponen discursos hegemónicos históricos y artísticos. En el
caso europeo, la complejidad de los devenires históricos y una historia de miles de años que además
atraviesa diferentes campos culturales y transnacionales, estéticos y
discursivos, le confieren una amplitud de lectura que hace imposible un
seguimiento de una narración lineal del territorio. Pero el caso
estadounidense es diferente, no tanto por ser una historia corta desde su
construcción como estado colonial, sino porque su evolución y desarrollo ha
sido documentada fotográficamente prácticamente desde su gestación. Esta es una
cualidad común con diversos estados de la colonialidad europea, pero ninguna de
los otros casos se convirtió rápidamente en la
vanguardia económica, militar y cultural que le confiere un rol de titán
del capitalismo, mito que también deviene de construir una
narración propia fácilmente exportable.
Fotografías de Edward Curtis Sheriff (arriba y centro izquierda), Carlenton E. Watkins (centro derecha) y Timothy O.Sullivan (abajo)
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Esta
narración no se puede entender sin la fotografía documentalista que
acompañaron a los nuevos colonos y pioneros en las tierras del medio oeste
norteamericano. Fotografías como las de Edward Sheriff Curtis, Timothy
O´Sullivan, Carleton E. Watkins o William Henry Jackson a finales del siglo
XIX y principios del XX, que recogen la fascinación por el paisaje y la vulnerabilidad del ser
humano en su presencia y que parecen especialmente prediseñadas para la
construcción de una ambientación del gran constructor del ideario
estadounidense, el western. Podemos
ver su influencia en la construcción visual de autores como John Ford, Sergio
Leone o Sam Peckinpah, y construye el ideal del “hombre americano” encarnado en
John Wayne, como modelo de la masculinidad americana: rudeza, violencia,
individualidad, insolidaridad, control de la situación y justiciero, en
definitiva el "hombre que vive con su
propio código" como define Eva Respini (3.).
Desde este punto se construye las bases de una comprensión nítida de la propia
identidad para el estadounidense a partir del que se pueden entender dos líneas
de fuga: la reivindicación de la supuesta autenticidad americana, representado
en el “hombre Marlboro” en la publicidad, la televisión o el cine, o en la
decadencia de esa figura y sus paisajes pero a la vez su construcción heroica, del Easy Rider (4.),
así como la revisión de estos paisaje en el avance del capitalismo en la
pintura de Edward Hopper o en la fotografía de Robert Adams, que muestra la
vulnerabilidad de estos paisajes en decadencia, o Edward Ruscha y la producción
seriada de lo urbano que destrona la idea de autenticidad americana, línea por
la que incide Stephen Shore, mostrando la comercialización e industrialización
de los equipamientos, o Adam Bartos mostrando la inhumanidad de las
infraestructuras que dan soporte a esas líneas del ideario de libertad a la
americana. En cualquier caso desde el constructo referencial a ese ideario
representado y construido desde un discurso estilístico de territorio desde el
siglo XIX, estos paisajes y las alianzas con sus habitantes, configura el
soporte de una idea de territorio que será el background para la destilación de
los discurso hegemónicos de una nación.
[3] Respini, Eva (2009). Into de Sunset. New York: MoMa (Catálogo de la exposición)
[4] Hopper, D. (1969) USA