1.9.15

Subterritorios VS Antonio Collados

Antonio Collados, profesor de la Facultad de Bellas Artes de Granada, co-editor de Ciengramos , creador de TRN y agente fundamental de los proyectos culturales más relevantes en la cultura contemporánea granadina, se presta a formar parte de la serie de conversaciones que desde Subterritorios mantenemos con artistas y creadores con los que compartimos territorios comunes. 
Presentación del libro "Acaeció en Granada". Antonio Collados junto a Miguel Benlloch
Nos conocimos en el contexto de Aulabierta, un proyecto que gestionabas junto con estudiantes y profesores , que revisaba los formatos de aprendizaje dentro de la Universidad de Granada y en el que fuiste un agente fundamental. ¿Cómo recuerdas con el tiempo ese proceso y qué conclusiones extraes sobre su repercusión y los aprendizajes que se dieron lugar?

El proyecto Aulabierta comenzó en 2004, quizás nos conociéramos algún año más tarde, en definitiva hablamos de una experiencia que se remonta a diez años ya. Es importante advertir esto por muchas cosas que han venido después. Aulabierta fue el intento de crear una comunidad de aprendizaje –dentro de la Universidad de Granada– autogestionada por sus estudiantes. Participé en su diseño desde el inicio gracias a las motivadoras conversaciones que mantenía con el profesor Víctor Borrego. Fue él, desde el Vicedecanato de Cultura y Alumnos de la Facultad de Bellas Artes, quien inspiró e impulsó la creación de equipos de trabajo entre alumnos con la intención de dinamizar la vida universitaria. Por entonces yo era becario de investigación FPU y gracias al sustento que me daba esta beca pude dedicar bastante tiempo a Aulabierta. Todo lo recuerdo con bastante alegría –también quedan algunos sinsabores–, como una experiencia que determinó todo lo que he venido haciendo después. Aulabierta fue mi verdadera escuela –seguro que otros amigos que participaron en ella lo comparten– sobre todo porque lo que atravesaba todo aquello era el placer y el compromiso por el aprendizaje. Sabes eso de que la enseñanza viene de fuera y el aprendizaje de dentro, creo que se lo oí a Valcárcel Medina, pues en esas estábamos por esa época, en diseñar un dispositivo crítico con los sistemas de enseñanza (la universidad nos parecía una institución pesada, lenta y en crisis de legitimidad) e intentábamos también ser propositivos. Nos proponíamos hacer de la universidad, de la Facultad de Bellas Artes por lo menos, un espacio poroso, un lugar permeable al devenir social y también a los avances técnicos y de lenguaje del propio campo el arte. Uno terminaba la carrera y percibía cierto desfase entre lo que estudiaba y el funcionamiento profesional real. La intención nuestra entonces era comprometernos como estudiantes en salvar esa distancia, asumir un rol más activo en el proceso de aprendizaje universitario. Esto nos llevó a estudiar la “ingeniería universitaria” y a intentar encontrar intersticios por los que poder ensayar modos y espacios de aprendizaje más abiertos y colaborativos. Éramos bastante estrategas y creo que se consiguieron hitos difíciles de repetir. Diseñar y autoconstruir un edificio de dos plantas entre ellos. Pero más allá del icono arquitectónico, lo fundamental de Aulabierta, lo verdaderamente significativo fue esa cultura participativa y colaborativa experimentada como gesto de responsabilidad hacia nuestro propio proceso de aprendizaje, esa inteligencia colectiva que durante cinco años ofreció una alternativa a los procesos de mercantilización que la onda neoliberal impulsaba dentro de la universidad. En 2011, cuando surgió el 15M, o en este proceso municipalista en el que estamos ahora, me alegraba y me alegra ver un lenguaje y unos modos que hace diez años ya estaban en Aulabierta. Pero claro, lo nuestro era deseo, ingenuidad, temeridad, instinto y muchas dosis de amor. Recuerda eso que decía Val del Omar: “Soy de Granada y soy un instintivo, que no creo en la Universidad tal y conforme está la Universidad. Ella representa la cultura de las letras, cultura en la que yo no creo. El asceta debe pensar que no es hombre fuera de la sociedad. El intelectual debe darse cuenta de que le hace falta ser acción y reacción…”. Casi ná!    

Edificio autoconstruido por Aulabierta en la Facultad de Bellas Artes de Granada
Asamblea Aulabierta, 2005
Después de Aulabierta o transversal a ella, está Transductores, un proyecto descomunal sobre pedagogías colectivas, además actualmente eres profesor en Bellas Artes, la docencia y el aprendizaje parecen estar en el centro de tus preocupaciones. ¿Cómo se adaptan estos procesos de aprendizaje, que surgen desde el deseo, a la formación normalizada de la universidad?

Aulabierta posibilitó Transductores (www.transductores.net) un proyecto que co-dirijo junto a Javier Rodrigo desde el año 2008 y que fue posible gracias al impulso del Centro José Guerrero. Yolanda Romero, su anterior directora, supo ver el potencial de Aulabierta para el trabajo contextual y en red y confió en nosotros el diseño de actividades y proyectos vinculados a las exposiciones de Antoni Muntadas (un proyecto de micro-televisión llamado ZonaChana que diseñamos junto al artista Jorge Dragón) o Martha Rosler (archivogranada.net, un estudio sobre el imaginario granadino que llevó a cabo el colectivo FAAQ –vinculado a Aulabierta– del que tanto tu como yo éramos miembros entonces). Después de esto llegó Transductores con el que nos propusimos situar a Aulabierta dentro de una constelación de prácticas que trabajaban entre el activismo político, la pedagogía crítica y el arte colaborativo en el espacio público. Se trataba de encontrar las filias y las deudas de Aulabierta, ver en qué tradiciones y bajo qué paraguas podíamos situar este proyecto para poder entenderlo aún mejor. Hoy Transductores es un equipo consolidado que ha llevado a cabo acciones en bastantes países y con el que hemos procurado anudar investigación con acción. Tenemos una línea editorial apoyada por el Centro Guerrero sobre práctica artística colaborativa y pedagogías colectivas en la que enfatizamos además la labor de transformación que pueden hacer éstas en las instituciones del saber. Estos proyectos me han permitido tener una visión excéntrica de la docencia universitaria. Para mi ha sido fundamental –y esto va en la línea de lo ensayado con Aulabierta– que el conocimiento acumulado y las experiencias ensayadas en el campo cultural pudieran enriquecer el trabajo en la universidad. Mezclarse incluso. Tengo formación académica y mantengo una carrera investigadora en la universidad pero he considerado siempre que esto debía complementarse con una trayectoria fuera, trabajando en otros contextos y en colaboración con otras entidades y grupos. La docencia universitaria es tarea difícil aunque muy estimulante. Bellas Artes es además una carrera bastante vocacional y me suelo encontrar con estudiantes muy activos y comprometidos con su trabajo. Trato de responder a los objetivos y contenidos marcados por el programa de cada asignatura con diseños metodológicos que motiven situaciones de aprendizaje en las que el estudiante tenga un papel activo, donde se generen entornos colaborativos de enseñanza-aprendizaje, en los que se interrogue la posición de cada uno frente a problemáticas propias del campo de conocimiento y su relación con el grupo y la sociedad en general, donde podamos llevar a cabo una crítica propositiva e idear “artefactos” que nos ayuden a ver de manera compleja el mundo. No quiero tampoco obviar las dificultades existentes para poder llevar a cabo estos objetivos pero siempre he pensado que los problemas son retos de los procesos y con el tiempo también aprende uno a saborear los fracasos. Me gusta comentar el primer día de clase una reflexión del artista argentino Roberto Jacoby en la que habla del carácter errático que tiene toda experimentación. Permíteme la cita: “La noción de experimento los inmuniza, en cierto modo, respecto de todas las acusaciones que puedan hacerse: son tentativas que se hacen en buena medida para conocer y en buena medida para disfrutar […] Se descuenta su carácter provisorio, de ensayo, y se acepta con humor que, por su propia naturaleza, los experimentos están hechos de la misma materia que el fracaso y ello no los hace menos interesantes sino más”. También me gusta citarles a Agustín García Calvo cuando en una entrevista se refería a su Escuela de Lingüística, Lógica y Artes del Lenguaje diciendo: "Aquello fracasó, como fracasa todo lo que puede herir. El éxito sólo llega a aquello que no hace daño a nadie, a aquello que sigue la corriente". ¡Me está saliendo esta entrevista muy académica con tanta cita!

Exposición de Transductores en el Centro Guerrero, 2009

Exposición de Transductores en el Museo de Antioquía, Medellín 2011
  
En cierto modo creo que el error está en calificar ciertas formas de finalizar algo como un fracaso, porque es un fracaso pero ¿desde qué punto de vista?. Me gusta pensar cuando algo ha sido “una mierda”, y que esa “mierda” no es más que abono, que fertiliza un campo para que surjan otras cosas maravillosas, aunque en ocasiones el fracaso es desde todos los puntos de vista. Es cierto que todas estas prácticas surgen de una proposición colectiva, algo fundamental en este tipo de aprendizaje experimental, pero las prácticas colectivas encierran en si mismas ciertas complejidades ejecutivas que pueden ser frustrantes. Veo que aun manteniéndote en grupos de trabajo parece que, de alguna forma, estás alejado de lo que entendemos como colectivos.

Pues si y no. A ver, un colectivo o la acción colectiva presupone una pérdida de identidad individual a favor de la del grupo. Y esto es una apuesta muy interesante. Lo que pasa es que en los colectivos, como en las redes, se dan asimetrías y la gestión es muy compleja. Se suelen dar muchas tensiones dentro de los grupos y no es fácil la sostenibilidad de los mismos. Si se hace un diseño, un protocolo de trabajo que, aunque pueda ir adaptándose, deja claro desde el punto de partida el modo en el que está cada uno en el grupo, lo que espera de él y lo que puede aportar, y se aceptan y comparten condiciones comunes, será más fácil que el trabajo colectivo prospere. Pero muchas veces la acción colectiva es fruto del activismo, y el activismo tiene una velocidad que frecuentemente no permite mantener un ritmo pausado, en el que se puedan pensar bien y madurar los procesos. En fin, que como dices, no es fácil, e incluso puede ser frustrante, pero por otra parte el trabajar de manera intensa con otros desde esta perspectiva colectiva multiplica perspectivas, recursos, ideas y eso es aconsejable experimentarlo.  Siempre me ha gustado implicarme en procesos en los que puedo compartir zonas de diálogo con otros. Más o menos, a distintos niveles, siempre he hecho esto. Soy una persona bastante insegura, será entonces que me da confort tener a alguien al lado.


Por tanto podríamos decir que te mantienes dentro de prácticas colectivas, pero no dentro de un colectivo.

Aulabierta, Transductores, Sobre Lab, Trn, Ciengramos, Grupo de Fe… todas estas experiencias parten del interés por hacer algo con otros. Grupo de Fe, una editora musical vinculada a la plataforma Trn, podemos decir que es un colectivo. Surgió hace un par de años después de acumular muchas noches en Planta Baja. Un grupete de amigos (Ángeles Agrela, Paloma Gámez, Patricia Garzón, Marisa Mancilla, José Piñar, Sonsoles Pizarro y yo formamos Grupo de Fe) que nos juntamos para ir a conciertos nos decidimos un día a ser productores, no solo consumidores musicales, así que nos embarcamos en la creación de Grupo de Fe con el que estamos sacando proyectos musicales de artistas plásticos. La primera referencia fue de USTED el alter-ego del artista Chico López y la segunda, que pronto presentaremos, será La Gitana Superdotá un proyecto también genial de Valeriano López. La idea es esa, intentar que las redes de amistad sean productivas y generen proyectos. Esto es también un compromiso que mantenemos con nuestra permanencia en Granada. Digamos que es nuestra resistencia al tedio y nuestra militancia cultural. En esto confraternamos con los compañeros de Milivingroom por ejemplo, gente que está dedicando su tiempo y recursos a dinamizar la ciudad. O negocios como Discos Bora-Bora, un espacio que está ofreciendo a Granada un programación de eventos continua. Estas iniciativas hay que reconocerlas porque sabemos del esfuerzo que conllevan y la poca recompensa que obtienen en la mayoría de las ocasiones. En definitiva, hay que pringarse y darle vidilla a esta ciudad, por que si no…



Grupo de Fe from Septimadireccion audiovisuales on Vimeo.

Inauguración de la exposición "Casa Pérez" en "TRN La Casa de la Palmera".
Exposición en "TRN La Casa de la Palmera"
Esta cuestión, lo local, es algo que nos interesa mucho y de lo que creo que eres un ejemplo. En el estudio existe una apuesta clara por nuestra ciudad, Granada, en un contexto que favorece el trasladarse a ciudades donde nuestra práctica y visibilidad podrían ser mucho más amplia, pero por otro lado actualmente existe la posibilidad de deslocalizarse y poder trabajar desde cualquier sitio, lo que en principio debería favorecer mantener el talento local, pero no parece ser así. Observo como se favorecen y se refuerzan la centralidad a nivel territorial, cómo no es igual estar haciendo algo en Madrid o Barcelona, que hacerlo en Granada o Badajoz, trabajar en la periferia de la periferia.

Si, yo soy local local, muy de pueblo… aunque te recuerdo eso que me decías una vez de que Loja es a Granada lo que Brooklyn a Manhattan ¿Era así?

Cómo si desde Loja observarais la cultura que se gestaba en Granada con más atención y feedback que la propia cultura granadina, es algo que pasa en culturas próxima, o incluso en las relaciones personales, se valoran más las cosas que están a cierta distancia que las que están muy próximas. Loja es un gran vivero de creadores de algún modo fagocitada por Granada. Lo que está claro es que Loja es un gran foco energético creativo.

Pues si, lo es. La verdad es que estando en Loja de adolescente se miraba Granada con deseo. No estabas en Granada pero el trayecto en tren duraba tan poco que podías montarte sin billete porque al revisor no le daba tiempo a pasar por tu asiento antes de llegar a Granada. En lo musical recuerdo el circuito de conciertos y presentación de maquetas que había en Loja en los noventa, por allí pasaban muchos grupos y eso estimulaba a que la gente en Loja tocara. Había muchas bandas. El instituto era un hervidero musical. Chico Muñoz, tu compañero arquitecto, manejaba un catálogo grande y luego estaba la gente de Huétor Tajar que por entonces venían a estudiar a los institutos de Loja. Ahí estaba el enganche con “el Espárrago”. A través de Antonio y Francis de Monster Touring, pasando por los güeteños que venían a Loja, entraba mucha música. Del Ayo y Tatamka eran los referentes entonces en cuanto a bandas. Ahora toda esa escena creo que ha cambiado. Ya es más difícil ver a bandas en directo en Loja, ni siquiera quedan pubs donde tocar, ha pasado como en muchas otras partes.

Pero bueno, volviendo a la cuestión de “lo local”, hoy en día no es difícil ser glocal por todo este tema de la facilidad de las conexiones telemáticas y de transporte, etcétera. Cuando hacía la licenciatura a principios de los dos mil, y me consta que esto ha sido así siempre, todos pensábamos que para desarrollarnos profesionalmente tendríamos que marcharnos mínimo a Madrid o Barcelona. Granada era una ciudad interesante y cómoda para la época universitaria pero llegaba un momento en que parecía necesario irse a otro sitio. Esto de vivir fuera, en otras ciudades o en otro país, también llega a ser fundamental para tu crecimiento personal, bueno, esto es obvio, la cuestión es que Granada tiene una dimensión que, para determinados campos, puede agotarse rápidamente. Por otra parte, tenemos una universidad muy viva, que atrae a la ciudad a mucha gente y potencia que se generen iniciativas que, aunque no tengan respaldo por la institución, si las favorece. También Granada permite todavía poder alquilar vivienda o estudios baratos, y eso compensa a muchos artistas, y la calidad de vida en general aquí –si tienes la suerte de poder tener trabajo– es alta. Yo me quedé aquí porque fuí afortunado y conseguí contratos en la Universidad de Granada y apoyado en esto decidí compartir mi tiempo de investigación y docencia con el impulso de iniciativas culturales en la ciudad. Luego no he dejado de moverme, viajar, y establecer contactos y trabajo con profesionales de otras ciudades y países. Y esto también evita el peligro del localismo. Hoy puedes generar una iniciativa en la Chana y que sea conocida y de interés en Medellín.

Si es posible que se reciba cierto cariño de lugares más centrales, en ocasiones como si fuera algo exótico y raro que crece en un lugar insospechado, también como un lugar de dirigir la atención fuera de los propios círculos endogámicos que forman en las grandes capitales culturales.

Es fácil conectar y divulgar el trabajo. No obstante, en este asunto de la difusión existe un déficit de Granada, y de otras ciudades de provincias, y es la dificultad para obtener la atención de la crítica especializada. Sea por ausencia o por dejadez, lo que ocurre en ciudades como la nuestra tiene menos foco que lo que pasa en Madrid o Berlín. En un asunto como el de las artes plásticas sería fundamental que al igual que hay muchos artistas aquí también hubiera críticos o comisarios que conectaran y divulgaran las experiencias o proyectos que aquí se hacen. Esta podría ser una tarea que debiera acometer la Universidad, formar en esta línea, y creo que obtendríamos buenos frutos. Esto por poner un ejemplo. Y ya que hablamos de instituciones pues tendríamos que interrogarnos sobre las políticas culturales y programas impulsados por ayuntamiento, diputación o la obra social de las antiguas cajas de ahorro. Y aquí nos podríamos detener un motón,  y pensar qué ha hecho uno u otro por cuidar la cultura de base en la ciudad, la que realmente crea escena e incluso economía. Solo un apunte de actualidad, hace pocos días leía que Granada se postulaba a la capitalidad cultural europea para el año 2031.  Ahora empezarán a diseñarse dosieres ensalzando los atributos culturales de la ciudad pero los que trabajamos aquí sentimos una suerte de abandono desde hace bastantes años que hace que miremos a gestos como este con estupor y cierta mala leche. Granada fue capital cultural, un centro en la periferia durante la década de los ochenta. Aquí teníamos programas y espacios reconocidos nacionalmente. Experiencias como el S.I.M.A, el Festival Internacional de Teatro, el Espárrago Rock… eran vanguardistas y ahora son mero recuerdo. Granada ha perdido casi todas sus galerías de arte, no tiene presencia en ferias, mantenemos programas de intervención escultórica pública extemporáneos, se han maltratado programas como el de arte contemporáneo de Condes de Gabia, se construyen continentes sin contenido, espacios con dificultades presupuestarias para ejecutar una programación de calidad, no hay apoyos para la producción, para cuidar y mantener las escenas culturales emergentes, se persiguen y cierran bares cuando en Granada tradicionalmente han sido centros culturales que han permitido posteriormente presumir de salud musical, etcétera. Y ahora queremos ser Capital Cultural Europea, ¡pues a ver cómo!

Lo Glocal: piensa en lo global y actúa en lo local. Junto con Patricia Garzón llevas a cabo Ciengramos, un proyecto editorial fundamental en la historia reciente de la ciudad y que navega por ese territorio que mencionas que busca crear no sólo producción cultural local, que podría ser el objeto del proyecto de TRN de “La Casa de la Palmera” si no también una red institucional, crítica y de difusión que la respalde. Ciengramos se centra en cuestiones que consideráis fundamental en la cultura glocal, ¿pero se hace más porque es un proyecto necesario o por que es un proyecto que os apetece?

Gracias por lo de fundamental, pero no se si es para tanto.  Se hace por las dos cosas: porque teníamos ganas de aprender el sistema editorial, nos apetecía auto-editar y producir proyectos en formato publicación y, como pareja, queríamos también hacer algo juntos que tuviera que ver con nuestras profesiones. Patricia es diseñadora, así que quería meterse a definir un catálogo de publicaciones y a probar recursos técnicos y gráficos dentro de las reducidas posibilidades económicas que da un proyecto pequeño como el nuestro. Por otra parte, también creemos que era un proyecto necesario para Granada. A lo largo de estos últimos años hemos ido conociendo a mucha gente con la que cruzamos referencias, reflexiones y visiones de la ciudad. El patio trasero de “La Casa de la Palmera” la primera sede de Trn en la Chana se convirtió en un punto de encuentro para la gente que le interesaba la cultura contemporánea en la ciudad. Era 2011 y Granada necesitaba de un lugar donde poder tejer redes culturales y en ese patio conocimos y se conocieron muchas personas que ahora son amigos y con los que colaboramos. Por una parte estaba el programa de exposiciones en la casa y, por otra, ese patio que sirvió para compartir reflexiones sobre el trabajo del arte, sobre política cultural y sobre la vida misma. Además aquello era pura diversión, la casa se abría un día cada dos meses para presentar un proyecto expositivo y cientos de personas pasaban por allí. Fue bonito mientras duro. Cuando dejamos la casa en la Chana, Trn estuvo un año y pico en barbecho. Mucha gente reclamaba que siguiéramos programando actividades, pero tras dos años abriendo la casa no nos motivaba seguir con el mismo plan. Sí nos parecía interesante pensar que, si “La Casa de la Palmera” había sido una experiencia importante para mucha gente, podía ser este un ejemplo útil para que surgieran iniciativas similares. Pensando sobre todo que se hizo con mínimos recursos. Por otra parte también nos interesaba pensar sobre las cualidades de nuestro proyecto y encontrar referencias o momentos similares en la ciudad que nos sirvieran de espejo. De ahí que emprendiéramos la vuelta de Trn pero ya como proyecto de investigación y editorial.

Imágenes del libro "TRN en Casa de la Palmera", Ciengramos 2013

Valeriano López en "TRN La Casa de la Palmera", 2012





Video Presentación de la exposición Naturalidad en "TRN La Casa de la Palmera",2012

Un libro sobre TRN en la Casa de la Palmera, Uno sobres los paisajes en transición de la Vega de Granada, otro sobre nuestro Joseph Beuys granadino, Miguel Benlloch, otro sobre la escena del grafiti en Granada, un par de ellos sobre el germen postfranquista de la cultura en la ciudad, la crisis del Centro Guerrero, etc... Yo observo  un objetivo globalizador, una intención holística de investigar la cultura reciente en Granada ¿Qué criterio seguís para la elección de las temáticas de vuestras publicaciones?

Como te decía antes, la labor de activismo cultural llevada a cabo en estos años nos ha permitido conocer a mucha gente interesante y a través de ellas entrar en contacto con iniciativas del pasado reciente que consideramos necesarias presentar porque pueden ser relevantes para pensar nuestro presente.  Una persona fundamental para nosotros en esta tarea ha sido Miguel Benlloch. Él es de esas personas totales en las que se cruzan el corazón y la cabeza, la alta y la baja cultura, la cocina y la calle, y además ¡también es de Loja! A Miguel lo adoramos. Pues él nos ha enseñado y apuntado un montón de cosas. Seguir su vida es visitar muchos de los episodios más interesantes de las últimas décadas de la ciudad. Así que tras hacer un primer libro homenaje a “La Casa de la Palmera” decidimos editar un libro de textos de Miguel, pequeños ensayos poéticos muy vinculados a sus vivencias en Granada. “Acaeció en Granada”, que así se llama el libro, acabó completándose con un extenso dossier de imágenes en el que presentamos buena parte de su trabajo performativo. Nuestro último libro, el octavo ya en dos años, vuelve a Miguel, en esta ocasión para tomar el Planta Baja como lugar desde el que explicar una época –los ochenta– en la que Granada junto a Vigo y Madrid se convirtieron en centros de la modernidad en este país. Y para hacer esto tuvimos la suerte de que Miguel nos presentara a Juan Antonio (Juan Planta), que junto a Marino Martín conformaron el trio fundador del Planta. Juan Antonio es de esas amistades enciclopédicas, una de las personas más generosas que conocemos, una persona inteligente, sincera, clara, pura honestidad, un tío creativo y brillante. Hacer el libro del Planta con él nos ha permitido abrir puertas y caminos para comprender mejor Granada. Sus cosas buenas y sus cosas malas. Y esto es lo que queremos presentar en el libro.

Imágenes del libro "Acaeció en Granada" sobre Miguel Benlloch,  Ciengramos 2014
Exposición vinculada al libro Lugares al Límite, Instituto de América, Santa Fe, 2014
 "Lugares al Límite. El paisaje en transición de la Vega de Granada", Ciengramos 2014

Entre medias hemos trabajado cuestiones que tienen que ver con el crecimiento de la ciudad, el paisaje y el urbanismo, como fue el proyecto multidimensional Lugares al límite en el que tu también participaste en su dirección; Capital y Terruño donde se trabajó la idea de ciudad marca en un momento en que Granada se vende como una ciudad para un turismo de ocio de ínfima calidad; Dossier Ka-meh, recuperando la experiencia asociativa y creativa de la célula Gramsci de trabajadores de la cultura del PC en Granada o Escenas del Graffiti en Granada que editamos junto a Ramón Pérez Sendra para analizar de manera compleja la importancia de este lenguaje urbano en la ciudad. Ahora llegan nuevos libros, uno al que le tenemos ganas y con el que llevamos casi tres años de trabajo será una guía monumental de la ciudad, pero no una guía turística al uso, sino un trabajo con el que profundizar en como los poderes han construido iconos que condensan –como diría Benjamin– la barbarie de la cultura. Este es un trabajo colectivo dirigido por los artistas Rogelio López Cuenca y Elo Vega y lo co-editamos junto con el Centro José Guerrero. Esperamos que salga para diciembre. Ya ves, Ciengramos acaba por ser un proceso de investigación poliédrico sobre Granada y lo que nos interesa es abordarla desde puntos de vista diversos, intentando facilitar entradas para gente con intereses también diversos.

Dossier Ka-meh, Ciengramos, 2013

Libro tageado por escritores de graffiti de la escena granadina, Ciengramos, 2014




Vuestra tirada es muy pequeña, casi vais con la producción a cuestas, y por otro lado aprecio un aumento de la pequeña producción editorial en un tiempo en el que incluso las grandes editoriales hablan de los problemas para salir adelante, ¿existe la posibilidad de mantenerse como proyecto empresarial o Ciengramos no tiene nada que ver con eso?

Ciengramos es un proyecto doméstico, el estudio está en casa, distribuimos nosotros mismos a través de nuestra web, dejando ejemplares en librerías o incluso llevando libros en mano a nuestros clientes. El alcance y escala hoy de tu proyecto lo puedes gestionar con herramientas accesibles. Nosotros nos mantenemos en cierto amateurismo, que es algo que a mi siempre me ha interesado. Oteiza decía que cuando llegó a ser escultor tuvo que dejar de hacer esculturas, porque si ya era escultor por qué seguir haciendo esculturas. Entonces empezó a escribir intensamente. A mi siempre me ha gustado hacer aquello que no se hacer e intentar también no enamorarme mucho de las cosas, para así poder dejarlas sin trauma alguno. Nuestro objetivo no es consolidarnos como editorial sino tener esa herramienta para poder seguir teniendo un canal por el que vehicular ciertas cosas que nos interesa investigar y difundir. Pero ahora estamos intentando hacer menos libros por año, quizás dos o así.  No nos interesa crecer, ni pensamos Ciengramos como un proyecto que vaya más allá de poder sostener la producción de un libro tras otro. También desde el inicio limitamos los recursos que íbamos a dedicar al proyecto. Lo primero el tiempo, Ciengramos ocupa parte del tiempo que dedicamos al ocio, así que no es mucho el tiempo que permitimos que consuma. Por otra parte los libros debían ser austeros. Intentamos maximizar recursos, prescindimos –muchas veces con una pena tremenda porque nos encantan los acabados– de florituras para que los libros den una impresión al que los consulta de “esto lo puedo hacer yo”. Intentamos motivar a que surjan iniciativas editoriales similares e intentamos que la excusa no sea el dinero. A mi personalmente me gustaría pensar que un estudiante mío de la universidad al ver lo que hacemos con Ciengramos o con otros proyectos en los que estoy involucrado siente que son cosas a su alcance, que podría embarcarse en algo así.

POR EL CENTRO GUERRERO (2009-2011). Política cultural, crisis institucional y compromiso ciudadano, Ciengramos, 2013
Patricia Garzón, co-editora de Ciengramos, sostiene el libro Planta Baja 1983-1993, Ciengramos 2015
Ya ves que nuestra propuesta no es un proyecto empresarial en sentido estricto, aunque cuidamos que sea sostenible, que un libro permita hacer el siguiente. Pero nuestro planteamiento conceptual o nuestra propuesta editorial podría perfectamente aspirar a generar una economía mayor. No son cosas divergentes el planteamiento artístico con el empresarial, un artista no deja de ser un empresario autónomo, y la mayoría de proyectos editoriales que están surgiendo aspiran obviamente a ser una fuente de empleo, por lo menos de autoempleo. El panorama no es muy halagüeño pero desde Ciengramos miramos con admiración proyectos de gente valiente que apuestan por la cultura del libro como modo de vida y de obtener recursos. Esdrújula Ediciones o Libros de Autoengaño son ejemplos de esto en Granada. O por ejemplo librerías como Bakakai o Ubú Libros son espacios imprescindibles y valiosísimos para una ciudad como la nuestra, impulsados además por gente majísima a la que tenemos que agradecer su apuesta por el libro.

Y bueno, sobre lo último que comentas pienso que el presupuesto que se dedica a cultura no es gasto sino inversión, además que se recapitaliza con creces. Puestos a gastar, que se dediquen grandes partidas a educación y a cultura debería ser visto como síntoma del buen funcionamiento de un país. Esto parecería obvio, pero vemos que no lo es. Con esto quiero decir que hay que apoyar y subvencionar las iniciativas culturales para favorecer el enriquecimiento intelectual de nuestra sociedad. También creo que hay que debatir de manera profunda y radical donde debe ponerse la inversión pública en cultura. La crisis debería haber servido para que las administraciones repensaran modelos pero no estoy muy convencido de que esto se haya hecho. En Granada no me parece que haya un debate social amplio al respecto. Por otra parte también es cierto que necesitamos los agentes culturales hacer autocrítica porque hemos tenido años de vacas gordas en los que muchos proyectos parecían hechos más que por interés o pertinencia por un seguir la corriente del caudal que llegaba desde las administraciones. Ahora mucho de todo esto se ha demostrado insostenible, mucha fanfarria ha caído y, tristemente, nos hemos dado cuenta de la ausencia de planificación a largo plazo, del poco cuidado puesto en cultivar las bases creativas, de que las infraestructuras hechas no eran las que se necesitaban y que además ahora éstas estrangulan los pocos recursos que quedan nada más que por el gasto de su mantenimiento. Dicho lo cual, a mi me encanta Granada porque no dejo de conocer a gente interesante, que asume riesgos, gente alegre y positiva que con bien poco hacen cosas estupendas y necesarias. Por ejemplo, nosotros ahora somos superfans de El Rapto y de toda la constelación de proyectos alrededor de esta plataforma. Muchas cosas son contingentes, pero ellos son necesarios (un guiño a Amanece que no es poco). A mi me gustaría ser como ellos, pero ya es tarde, se me pasó el arroz.


¿Cuáles son vuestras referencias del mundo editorial?

Bueno es que hay un montón. Nuestra biblioteca es grande, pero fíjate, en cierta medida concebimos Ciengramos como un proyecto artístico que ha tomado el formato libro como dispositivo de presentación. Aquí trabajamos bajo el paradigma de investigación en arte y por esa vía quizás algunos de nuestro referentes vengan más por el lado del arte que por el campo editorial. Artistas de los que ya hemos hablado como Antoni Muntadas, Martha Rosler, Jorge Dragón, Rogelio López Cuenca, Daniel García Andujar, Carme Nogueira, Pedro G. Romero… por citar algunas personas próximas o con las que hemos trabajo. Esta es gente que nos interesa y que seguimos en sus modos de hacer. Pero bueno por citarte algunos proyectos editoriales que nos gustan especialmente podría decirte que Alias, Biel Books, Dois Dias, Occasional Papers, Roma Publications, Mousse Publishing, Spector Books… hacen libros que por razones diversas nos interesan. Ahora, realmente de los que aprendemos es de gente como BNV Producciones o Mar Villaespesa, a los que admiramos y con los que hemos podido sentarnos a compartir dudas e inquietudes. Y nos gustan mucho los libros que diseñan Manigua o Catálogo, dos referencias en Granada, o Gráfica Futura y los Hermanos Berenguer en Madrid y Barcelona respectivamente, por ponerte ejemplos de estudios de diseño en los que nos fijamos.

Mousse Publishing

Biel Books


Haz un resumen de los proyectos en los que estás inmerso actualmente, un breve mapa de tu agenda.


En la universidad tengo en el horizonte retos que me estimulan y me apetecen. Oportunidades para poder seguir activando cosas en la ciudad. Con Ciengramos sacaremos un par de libros entre septiembre y diciembre, y estamos intentando realizar un proyecto comisarial del libro de Planta Baja para presentar la investigación relacionada al libro en formato expositivo. Con Grupo de Fe presentaremos La gitana superdotá de Valeriano López en octubre y nos ponemos a trabajar en las dos siguientes producciones para sacarlas a lo largo de 2016. Con Transductores tenemos visitas pendientes en Brasil y seguimos vinculados a procesos en algunas ciudades españolas. Con Sobre Lab, una plataforma que hemos montado en la universidad junto a Marisa Mancilla, David Arredondo, Domingo Campillo y Antonio Zúñiga estamos preparando una batería de actividades en torno al eje práctica artística y política editorial y trabajamos para sacar en junio el segundo numero de nuestra revista, ¡y yo que sé! no pienso más que me agobio. Lo que espero es poder dedicarle más tiempo al amor y a los amigos.